La vida es sencilla, al menos, más sencilla de lo que nosotros la hacemos. Tenemos la capacidad de complicar las cosas por dar más vueltas de las necesarias a los asuntos cotidianos. ¿Cómo liberarte de una vez por todas de todas las ataduras internas?
Miedo al qué dirán
El miedo al qué dirán es uno de los más habituales y también, uno de los más negativos. ¿De verdad te importa qué opine el vecino de ti o qué dice de ti un conocido cuando tú no estás delante? Piénsalo con objetividad: son personas que no están en tu núcleo vital, por tanto, haz oidos sordos y no pierdas tu energía en esto.
El miedo al qué dirán es especialmente frecuente en los pueblos pequeños pero también, en aquellos jóvenes que han crecido en familias conservadoras y tienen miedo de llevar la contraria a la autoridad paterna. Recuerda que no tienes que dar explicaciones a nadie sobre tu vida más que a ti mismo.
Miedo a la soledad
Tenemos muchas ataduras que nos condicionan en nuestras relaciones personales. Personas conocemos muchas pero las relaciones personales deben regirse por la calidad y no por la cantidad de amigos que tienes. El concepto amigo es mucho más profundo que el de tener un contacto en Facebook.
Aprende a decir no a favores que crees que no tienes por qué hacer. Marca límites a personas que se entrometen en tu vida. Borra los teléfonos de contactos con los que no te apetece quedar porque cada vez que quedas, vuelves a casa desanimado.
Disfruta de ti mismo y de tu propia compañía.
Conflictos de la infancia
Es posible sufrir en la etapa adulta conflictos de la infancia que siguen ahí como un eco negativo que causa mucho daño y mucho dolor. No dejes que tu niñez o tu adolescencia te condiciones porque la historia no tiene por qué volver a repetirse. Recuerda que tú ya no eres el mismo de entonces: has crecido y evolucionado.
Interesante artículo. Me recuerda a una frase que dice: El que domina a los demás es importante. El que se domina a si mismo es poderoso.