El Miedo a las Montañas Rusas

Los parques de atracciones son llamativos porque nos desafían a subir a juegos mecánicos que nos asustarán (están diseñados para ello), pero en los que sabemos que podemos confiar.

Fuente de la imagen: Tixalia.com

Salvo casos excepcionales, el “riesgo” de subirnos a una montaña rusa no existe, o es mucho más pequeño que el de cruzar una intersección de calles.

Los parques de atracciones tienen muchísimo cuidado en garantizar la absoluta seguridad de sus juegos, para que nadie se lastime, pero al mismo tiempo los hacen ver amenazantes, para provocar a la gente a subirse a ellos.

Pero hay personas que tienen terror a subirse a una montaña rusa. A lo que le temen, en realidad, es a la altura, más concretamente a caer de una gran altura.

La acrofobia es uno de los miedos más comunes entre los seres humanos. Es algo que está como impreso en nuestra mente, para preservar la vida: las alturas son peligrosas.

Sin embargo, si uno tiene la voluntad de hacerlo, es posible superar el miedo a las montañas rusas. Incluso hay parques de atracciones, como Universal Studios, que ofrecen cursos para hacerlo.

Lo primero que se les enseña a los que toman el curso es a ignorar las conductas instintivas, haciéndoles ver que no ayudan realmente. Se les brindan ejemplos clásicos, como el de apretar el volante cuando estamos conduciendo. Es una respuesta instintiva, pero no nos ayuda en nada.

Del mismo modo, se va alentando a los pacientes a ir perdiendo el miedo a la altura. Se comienza, primero, con una montaña rusa pequeña, de poca altura y curvas no muy pronunciadas, para que la gente vaya adquiriendo confianza. Una vez superada la experiencia, las personas constatan que no ha pasado nada grave, que siguen vivos y que, en realidad, fue divertido. Lo que las impulsa a emprender desafíos más grandes. Cuando llegan a eso, están curados. Un miedo a tachar en la lista.

A partir de allí, dejarás de ser “el que le teme a la montaña rusa”, y disfrutarás de las visitas a los parques de atracciones, sin tener que enfrentarte a temores infundados.