El Cansancio Mental de las Ocupaciones Constantes

El Cansancio Mental de las Ocupaciones Constantes

Vivimos en la sociedad de las ocupaciones constantes. De los trabajos que no siempre tienen un horario ideal para compatibilizarlos con otras obligaciones personales. El ser humano del siglo XXI hace magia con el tiempo al adaptarse incluso a los retos más imposibles gracias a una agenda llena de anotaciones. Sin embargo, las ocupaciones también tienen una consecuencia: el agotamiento mental que puede ser incluso más grave que el físico.

Este cansancio es acumulativo cuando la persona comienza a echar de menos tener espacios y momentos para sí misma, instantes en los que no hacer nada sea un fin en sí mismo, momentos en los que poder improvisar y no sentir la presión del debería.

Un mecanismo de defensa para no pensar

El peso de las ocupaciones aumenta cuando la persona no se siente bien en su trabajo y se siente encerrada en una situación profesional de la que considera que es difícil huir para tener un horizonte mejor. En otros muchos casos, también ocurre que la persona está ocupada de un modo habitual en asuntos externos como un mecanismo de defensa para evitar pensar en un asunto que le preocupa y le inquieta. Este tipo de ocupación está marcada por la ansiedad de los minutos en blanco.

Está claro que no todas las obligaciones de nuestra vida nos gustarán de igual manera, sin embargo, sí es importante intentar buscar entornos, espacios y momentos en los que la persona decida de verdad aquello que quiere hacer. Las circunstancias externas pueden condicionar, por ejemplo, a nivel profesional. Así ocurre en el contexto de crisis actual en el que muchas personas evitan la movilidad laboral.

El tiempo pasa y no vuelve

¿Por qué puede ser tan malo estar permanentemente ocupado? Porque entonces, nos quedamos sin tiempo para pensar en si realmente, ese estilo de vida nos llena, nos hace felices o queremos buscar un plan alternativo. Podemos quedar atrapados en las ocupaciones inmediatas de nuestra vida y no atender a la visión trascendente de nuestras acciones.

Aunque es cierto que debemos vivir conectados con el presente, es cierto que también podemos proyectarnos hacia el futuro, intentando analizar cómo nos gustaría vernos entonces. ¿Por qué es positivo realizar esta proyección? Porque una de las situaciones más frustrantes es la de llegar a una edad y echar la vista al pasado con los ojos de la decepción por haber dejado escapar muchas oportunidades de felicidad. Y a veces, cuando estamos tan ocupados es lo que hacemos. Estamos tan cansados que no tenemos tiempo para mirar las oportunidades que llegan a nuestro camino.

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