Agresión sexual a menores: escarbando un hecho doloroso

                                                                                Mtro. Andrés Gómez Espinosa

A  Gisela García de la Cadena Novoa

La manera más común de denominar a los sujetos que abusan sexualmente de niños y niñas es señalarlos como enfermos. En efecto, existe un número importante de adultos que padecen trastornos psicológicos en los que las prácticas sexuales con infantes suelen ser una predilección sustancial, como son los pedófilos, quienes fundamentalmente experimentan una atracción por los menores, y cuya esencia es la atracción, no la consumación; el pederasta sí consuma el abuso sexual, con frecuencia respaldado en el poder de las ventajas que tiene sobre la víctima. Empero, no todos los abusadores sexuales presentan psicopatologías en la medida que muchos son sujetos funcionales, comunes, integrados armónicamente en sus medios, sujetos que se desarrollan y que sustancialmente no significan un riesgo para nadie, ni para ellos mismos. Varios pueden ser referentes de actitud idónea, hablando en términos de convivencia.

    

¿Por qué se abusa sexualmente de un menor?

Responder a esta pregunta conduce a diferenciar motivos:

-Existen las personalidades infantilizadas en varios aspectos. Quienes por  algunos factores como la talla, estatura, historia afectiva (crecer con debilidades emocionales, por ejemplo, sentirse constantemente vulnerable hacia los demás, con figuras maternales o paternales no positivas: distantes, maltratadoras, que abandonan, etc.), el rol de minusvalía en su entorno, construcciones sociales inmovilizadoras del desarrollo, entre otras fuentes que favorecen el mantenimiento de rasgos típicos de la niñez. La personalidad infantilizada sin duda se reconoce con mayor propensión hacia niñas y niños, de alguna forma fertiliza el deseo sexual, al tener, desde su perspectiva, elementos en común con los menores.

-La negación del cuerpo desnudo en las sociedades occidentales. Ya son siglos de asignar un papel negativo al cuerpo desnudo del adulto, el desnudo de los niños es aún más complicado. Salvo la madre y mujeres en general son las únicas que suelen tener acceso al cuerpo sin ropa de los infantes. La falta de naturalidad conlleva a significados y acciones cuestionables. Su ocultamiento evidencia la ignorancia; pero no se queda ahí, en el desconocimiento, ya que PUEDE abrir opciones para que sea considerado valioso. Hace algunas décadas sexólogos y educadores sugerían a madres y padres bañarse desnudos con sus hijos, esas sugerencias, en tiempos de la industrialización del abuso sexual a menores, parecen haber disminuido. Los especialistas se hallan en la readecuación de esquemas sobre educación sexual.

-El incremento en “el consumo” sexual de menores es innegable entre los últimos 15 años. La periodista mexicana Lydia Cacho se ha vuelto una autoridad en la comprensión y en la defensa de menores y mujeres abusados sexualmente, ella señala que existe una distribución geográfica sobre las regiones  que ofrecen servicios sexuales de menores, la denominada prostitución infantil, cuya condición no se reduce a adolescentes, puesto que la edad de las víctimas incluye la niñez, así se describe como muestra que el Caribe tiene una alta actividad de explotación sexual infantil, como en otras partes del mundo: Asia y África principalmente. El perfil de quienes buscan estas experiencias no corresponde, en promedio, al de las psicopatologías. Son sujetos con formación universitaria, con logros profesionales, varones, casados, padres de familia, de mediana edad o más.  Quizá la mayoría de ellos no tiene antecedentes de violencia sexual.

-Tendencias comerciales a “consumir sexualmente” a menores, dentro de la llamada “trata” de personas. No se puede dejar de lado la existencia de sistemas de captura, explotación, difusión y comercialización del abuso sexual infantil. Son redes de operación que se desplazan con el apoyo de autoridades que les facilitan un amplio margen de impunidad. Representan grandes ganancias económicas y han ido construyendo  opciones de experiencias placenteras mediante eficaces recursos de mercadotecnia. Un escenario posible es la detección de sujetos con suficiente capacidad económica para acceder a la adquisición de bienes que se hallan fuera del alcance del grueso poblacional, que posean un sentido de éxito de sí mismos y con suficiente actitud hacia vivencias novedosas. A éstos se les realiza un paulatino acercamiento a través de etapas que permiten irlos aprobando como potenciales clientes, para finalmente ponerles el “servicio” que no cualquiera podría obtener.

-Espacios sociales  conservadores en donde existen evidentes características de represión sexual. Este señalamiento debe ser muy cuidadoso. No todas las atmósferas humanas por ser conservadoras conforman inminencia de ataques sexuales a infantes. Al menos la propuesta es que no se mecanice a manera de fórmula conservadurismo = abuso sexual de menores. Pese a ello, sí se observa una tendencia favorecedora de abuso sexual que incluye víctimas de cualquier edad o sexo en medios donde los tabúes sexuales y de varios tipos tienen un papel regulador en la convivencia humana. El conservadurismo moral se expone al axioma psicoanalítico: la satisfacción fácil diluye el deseo, éste se incrementa con la prohibición. Si bien las visiones conservadoras no deben estigmatizarse, dado que merecen el mismo respeto que cualquiera otra, sí se tiene que insistir que no contribuyen en mucho a clarificar la agresión sexual en distintas formas al cerrar abordajes, desde la comunicación, comprensión y ejercicios descritos de inadecuados.

-Directamente conectado con el anterior aspecto, tienen presencia relevante las religiones, especialmente caracterizadas por verticalismos, inequidades, así como exageraciones prohibitivas en entornos próximos a “mortalidades” que contradicen la restricción al placer sexual. Esto a propósito de la hipótesis que atribuye el número frecuente de pederastas en la iglesia católica, al celibato. Lo que no es fácil de sostener cuando se mira a otras expresiones religiosas o filosóficas que de igual manera suelen privarse de este placer sexual, como ocurre en los monjes budistas; la diferencia es muy clara, no califican de buena o mala a la sexualidad, simplemente la reconocen como parte de la naturaleza humana. Justamente el budismo es una muestra de diversidad para ejercer una visión del mundo, por lo tanto la sexualidad se inscribe en diferentes expresiones sin que se reporten agresiones sexuales.

-La agresión sexual en menores se configura de conformidad con un marco cultural y jurídico que así lo significa, siendo el mundo occidental quien en mayor medida lo determina de esa manera, sin especificar actitudes concretas como podría ser las variadas intenciones de la acción sexual hacia el infante. Tómese en cuenta que en algunos grupos humanos se efectúan prácticas sexuales que en otras se llegarían a sancionar, tal sería el caso del incesto o tocamientos en genitales de infantes, mismos que suelen llevarse a cabo en una etnia africana como recurso tranquilizante cuando los pequeños se comportan perturbando a la comunidad, por lo que la masturbación se utiliza para el control de la conducta infantil. Así también se hallan las sociedades que permiten la “unión” sexual con menores bajo el esquema matrimonial.

Casamiento con una niña de 11 años que fue vendida por sus padres en Afganistán

 

-El entorno familiar como espacio de abuso sexual infantil aparece en recurrencia por parte de un varón adulto hacia una niña, la cual puede ser descendiente consanguínea del agresor o bien por afinidad, sin descartar lazos familiares de cualquier índole que van de la pareja de la madre, tíos, “amistades” de la familia, conocidos de ésta, hermanos, hijos de la pareja de la progenitora. Entre los factores que favorecen el abuso sexual infantil dentro de las familias están: pésima educación sexual, comunicación deficiente entre los integrantes, normas difusas y autoritarias, violencia intrafamiliar, secuencias de abuso sexual infantil (el abuso se repite de quien lo padeció sobre otro ser más vulnerable), la cosificación del ser humano, prostitución explícita o encubierta, patologías familiares variadas y otros más.

-Un sistema social que no contempla el valor de su niñez abre la posibilidad de que ésta sea más frágil a diversas formas de agresión. Si los niños no tienen mucha presencia en las políticas públicas se corre el riesgo de que sean vistos con valor ínfimo. En México, como en otros países,  no existe una institución federal que se encargue específicamente de la infancia lo que evidencia la ponderación que se le asigna a este sector, siendo más importante los acuerdos comerciales, el hecho electoral, la macroeconomía, el cumplimiento de pagos a la deuda externa y muchas cosas más que se hallan por encima del cuidado de la niñez mexicana.

Manifestaciones en los menores ante el abuso sexual

  • Retraimiento. Suele asumir actitudes de desconexión social.
  • Expresiones de baja autoestima: agresividad, incapacidad para preservar lo propio.
  • Pérdida de confianza en distintas áreas de su vida.
  • Dolor en alguna región del cuerpo.
  • Acciones sexuales inesperadas.
  • Lesiones, hematomas, magulladuras, etc.
  • Masturbación exagerada.
  • Problemas para evacuar.
  • Alteraciones en el sueño.
  • Agotamiento inexplicable.
  • Llanto sin motivos aparentes.
  • Falta de apetito o incremento excesivo de éste.
  • Regresiones a fases previas: lenguaje menos elaborado al que venía mostrando, reducción en control de esfínteres…
  • Rasgos de conductas autodestructivas o llanamente suicidas.

Más allá de la intervención legal que con frecuencia es difícil por involucrar a miembros de la familia es necesario pedir ayuda, un organismo con amplia experiencia en México es la Asociación Para el Desarrollo Integral de Personas Violadas A.C. (ADIVAC) www.adivac.org que lleva más de 20 años trabajando en la atención y defensa de seres humanos que han padecido agresión sexual. Con este tipo de centros se puede auxiliar mediante redes de intervención que afortunadamente se han generado en amplias regiones del mundo.

Fuentes

Cacho, Lydia (2008). Con mi hij@ no: manual para prevenir, entender y sanar el abuso sexual. México: Grijalbo.

(2010). Los demonios del Edén: el poder que protege a la pornografía infantil. Barcelona: Debolsillo.

-(2010). Esclavas del poder: un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo. Barcelona: Debate.

-Lameras Fernández, María (2002). Abusos sexuales en la infancia: abordaje psicológico y jurídico. Madrid: Biblioteca Nueva

-López Sánchez, Félix (1999). La inocencia rota: abusos sexuales a menores. Barcelona: Océano.

-Rozanski, Carlos Alberto (2007). Abuso sexual infantil ¿Denunciar o silenciar? Barcelona: Vergara.

-http://milenio.wordpress.com/2007/12/18/las-fotos-del-sufrimiento-infantil-unicef-2007/

-www.savechildren.org

-www.adivac.org

1 COMENTARIO

  1. Lo primero que viene a mi mente en este momento, son los conceptos de protección y prevención. considero que son de suma importancia para evitar este tipo de experiencias, que constituyen una manera de agresión en la infancia, que dejan secuelas graves, que si no se recibe un tratamiento psicológico adecuado resulta ser un choque emocional en la edad adulta.

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