Los delirios son condiciones que se pueden encontrar más o menos a menudo en bastantes enfermedades, principalmente mentales, pero que no tienen un solo origen ni surgen siempre de las mismas condiciones, es decir, cada caso suele ser distinto y puede tener una causa diferente, pero generalmente llevan a condiciones similares. Los hay de muchos tipos, pueden ser delirios de grandeza o de persecución, e incluso hay delirios en algunas personas que sienten haber sido “tocados” por ser divino o superior, podrían sentir que tienen una misión especial o que son poseedores de una verdad superior, etc.
Pese a que podría parecer sencillo identificar a una persona con una condición similar, es muy sencillo confundirse y malinterpretar estas definiciones. Por ejemplo, un caso que puede encontrarse muy fácilmente, muchas personas sienten, tras visitar alguna “tierra santa,” que se pusieron en contacto con algún ser celestial, o con una parte espiritual de ellos mismos y que es su misión transmitir lo que hayan aprendido de esta experiencia. Formalmente, esto no podría 
ser interpretado como un delirio, dado que no fue adquirido de una forma rotundamente absurda, sino que se puede basar en ideas religiosas bastante arraigadas. Sin embargo, si otra persona manifestase que ha sido iluminado por un ser celestial porque leyó la tercera palabra del diario del día que nació y que éste contenía un mensaje para él o ella y no hay forma de hacerle entender que esta idea es totalmente absurda, entonces podríamos estar hablando de un delirio.
El delirio, en el caso anterior, no es el sentirse iluminado, sino el hecho de concluir que fue por un periódico que se percató de ello. Entonces, esta condición se diferencia de otras al ser una idea persistente, casi imposible de erradicar aún con todas las pruebas que desmientan la hipótesis y que se obtuvo de forma totalmente absurda.
