El trastorno narcisista

Este trastorno implica un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía que empieza al comienzo de la edad adulta. Estas personas tienen un sentido grandioso de autoimportancia. Sobrevaloran sus capacidades y exageran sus conocimientos. Se sorprenden cuando no reciben las alabanzas que esperan. De forma implícita, la sobrevaloración de sus logros implica una devaluación de los demás, a pesar de poder sentir celos de otros individuos. Están preocupados por fantasías de éxito ilimitado, poder o brillantez. Creen que son superiores o únicos y esperan que los demás los reconozcan. Muestran una alta insensibilidad a las preocupaciones de los otros. Tienden a hacer amistades o tener relaciones sólo si la otra parece dispuesta a plegarse a sus designios o a hacerle mejorar su autoestima. Carecen de empatía y tienen dificultades para reconocer sus deseos, las experiencias subjetivas y los sentimientos de los demás. Este trastorno resulta fácil de detectar por los psicólogos tras las primeras observaciones del individuo debido a su irremediable necesidad de exponer su autoimportancia.

Convivir con este tipo de personas puede llegar a mermarte poco a poco, por ello hay que tener una personalidad fuerte sabiendo de lo que cada uno somos capaces. La mejor manera de ayudar a estas personas es intentar que no te dominen y hacerlas entrar en razón, algo no fácil y para lo que seguro deba ayudarse de un profesional.

Estos son consejos de algúnos psicólogos para convivir con una persona narcisista:

Si tu jefe es narcisista: Nunca oponérsele ni descalificarlo, ya que son muy inseguros. «Si alguien se cruza en su camino, son capaces de mandarlo a Siberia», advierte la sicóloga Susana Ifland.

Compañero de trabajo narcisista: En un grupo de trabajo, más que un aporte, juegan un rol negativo. Por esto hay que reconocer sus logros y, en caso de hacerle una crítica, partir diciéndole algo positivo y elegir muy bien las palabras que se van a usar.

Convivir con una pareja narcisista: Cuidado, porque al principio son personas muy atractivas y encantadoras, debido a su gran autoestima. «Las adolescentes con frecuencia los buscan para emparejarse», explica el siquiatra Luis Risco. Con el tiempo se dan cuenta que aman a alguien que se ama a sí mismo y la relación se termina.

En el caso de mujeres que les gusta mortificarse, pueden estar toda una vida con un narcisista. «Si él es tan maravilloso y me escogió a mí como su pareja, es porque yo también lo soy», es el razonamiento que hacen, advierte el doctor Risco.

2 COMENTARIOS

    • A mis observantes, seguidores beligerantes, inquisidores y prestos para hundir sus dientes desde la oscuridad:

      Todos, absolutamente todos, somos ignorantes e imperfectos, y padecemos de vulnerabilidades de todo tipo, la diferencia es que cada quien desconoce cosas distintas, y la debilidad se manifiesta en distintas facetas. Mi cuota de ignorancia y sensibilidad es suprema, no alcanzo a ver sus fronteras.

      De vez en cuando encuentro comentarios dolosos en Internet. Siempre anónimos. Eso dice todo.

      Normalmente hago caso omiso, no hay tiempo para lo negativo. Hoy dedico sólo 60 segundos a este tema, y deseo hacerlo con un poquito de parsimonia, humor neutro y pragmatismo.

      Prefiero ocupar mi tiempo en construir. La vida es tan efímera que darle tiempo a personas con problemas de auto estima no conduce a nada.

      ¿Qué haría sin mi dosis de detractores gratuitos? Cuando empecé a recibir estas andanadas – hace tantísimo tiempo, tantos años, me di cuenta que era inevitable si te atrevías a pensar y decir, a hacer y actuar, a no ser uno más. Sin embargo, todo tiene su contrapeso. El contraste es apropiado para apreciar lo positivo.

      ¿Podría alguien ser realmente alguien sin asomar la cabeza? Hay que atreverse, tomar los riesgos que implica hacer lo que otros no harían, a decir y opinar lo que no se alinea con la generalidad. Al final de cuentas, cada quien con su granito de arena, pero el mundo gira y cambia sólo al compás de quienes no van o vamos en la ola de la estandarización. Ojala que fueramos tantos como cada sociedad lo necesita.

      Los «destructores de oficio» también son útiles, sirven para que uno no pierda el rumbo, para darse cuenta que no importa lo que hagas, la naturaleza humana gravita en la relatividad. ¡Qué privilegio tener quien se ocupe de uno, aunque sea para denostar cada movimiento!

      Hay quienes vemos lo blanco, otros lo negro, cada quien ve el mundo según su óptica personalísima, así que entonces, lo que uno dice no es más que un reflejo de su yo interno.

      Yo trataré de seguir viendo un mundo donde todo es mejorable.

      Haz, asoma la cabeza por encima de la medianía, y siempre habrá alguien dispuesto o dispuesta a reflejar su amargura y frustración.

      Hay que seguir construyendo. Sólo tomaría en cuenta comentarios de personas en mi misma frecuencia. Y somos tantos. Intentemos construir, cuando menos intentemos; es una pena malgastar el tiempo en ataques a otros seres humanos, cuando la existencia sólo es un soplo efímero.

      Que la vida le sea más benigna a Arturo G. y otros espíritus divagantes que suelen solazarse en la invisibilidad para lanzar sus dardos envenenados.

      Rubén Reynaga

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