Existe una situación que se produce con relativa frecuencia en el amor. Jugar con las expectativas de otra persona no es, tristemente, ni un hecho aislado, ni puntual. El motivo por el que se produce esta situación es un juego psicológico en el que dos personas participan y cada una ejerce un rol distinto.
Una de las personas, sienten un interés amoroso por otra y mantiene la esperanza de ser correspondida. Una esperanza que mantiene por ciertos gestos que ve en el otro que se comporta al más puro estilo del “ni contigo, ni sin ti”.
El amor pragmático
Es decir, la historia no avanza, ni se concreta, precisamente, porque la otra persona, simplemente, se siente halagada. Y mantiene esa situación porque le produce agrado pero sin asumir que manteniendo esa situación, teniendo ciertos detalles con el otro, está produciendo unas expectativas amorosas que debería de cerrar para evitar un daño innecesario. Este tipo de situaciones suelen acabar con reproches mutuos porque uno siente que no ha hecho ninguna promesa de amor eterno al otro mientras que la otra persona siente que han jugado con sus sentimientos y se siente utilizada.
En última instancia, el amor, más allá de todo romanticismo también es un sentimiento pragmático. Es decir, si una historia no avanza habría que ser sincero con uno mismo en los motivos por lo que no avanza en lugar de justificar a la otra parte creyendo que no da el paso por miedo a sufrir o por exceso de timidez. Este tipo de historias suelen acabar generalmente de la misma forma cuando de pronto, una de las partes inicia una historia de amor con otra persona.
Solo hay dos opciones
En el amor las cosas suelen ser más simples de lo que parece a simple vista. Alguien quiere tener una relación o no quiere tenerla. Pero no hay más opciones. Cuando cómo ligar con alguien se convierte en toda una odisea, puede indicar que la historia no fluye por ambas partes.
