Cuando hablamos de emociones estamos refiriéndonos a un estado anímico concreto, una reacción subjetiva de nuestra mente ante el ambiente y los sucesos que nos rodean. En la vida cotidiana de un cuidador es normal tener que afrontar y gestionar emociones de todo tipo,. Siempre hemos contado con las emociones como uno de los temas más profundos para explorar.
¿Qué es la alegría?
Podemos sentir alegría cuando alcanzamos una meta, vivimos una experiencia enriquecedora y estética o conseguimos atenuar un malestar que sentíamos. En general la alegría forma parte de las emociones y sensaciones relacionadas con un estado de bienestar interior; felicidad, satisfacción, júbilo, éxtasis, dicha, etc.
¿Para qué sirve la alegría?
Muchos dicen que la función principal de la alegría es asegurar la existencia de la especie humana, sea como sea, también nos ayuda a ser más creativos, solidarios y proactivos, es decir crea lazos entre los seres humanos.
¿Cómo se expresa la alegría?
El canal principal de expresión de esta emoción son los gestos faciales producidos con los ojos y labios, lo que resulta en una sonrisa. Según el nivel de alegría esta sonrisa puede llegar a la carcajada, acompañándose de sonidos y diversos cambios posturales.
La alegría también activa el organismo en su totalidad, haciendo que podamos manifestar ganas de saltar, correr o incluso bailar. Esto se ve claramente en los más pequeños, que al no contar con los límites de la socialización, expresan sus emociones sin ningún tipo de barrera.
Por ello, el nuevo paradigma de la psicología positiva concibe este tipo de emociones como uno de los pilares conducentes a la felicidad o el bienestar de las personas y, por ende, uno de sus principales objetos de estudio.
La alegría se contagia y por lo tanto, una persona que se encuentre alegre proporcionará un rato agradable a los que le rodean, y las defensas naturales del cuerpo funcionan mejor en la gente alegre que en la muy seria o deprimida.
Quien se siente alegre genera una serie de sustancias internas de tipo endorfinas (disminuyen la sensación de dolor), factores antioxidantes (ayudan a preservar las células) y factores que inhiben los oncogenes (relacionados con la aparición de tumores).
Las personas que se sienten más contentas y positivas tienen una mejor percepción de su salud, de acuerdo con lo que expresara Josep María Serra-Grabulosa, doctor y profesor del departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universidad de Barcelona, España.
«Ser más optimista afecta al sistema nervioso, neuroendocrino e inmunológico. Por esta razón, los que son más felices, en general, sufren menos alteraciones cardiacas y cerebrovasculares y, como su sistema inmune se refuerza, disminuyen las posibilidades de contraer enfermedades» concluye el doctor.
Por eso, hay que prestar atención a nuestro cerebro y al cuerpo cuando nos sentimos alegres.