Descubra cuáles son las cinco heridas emocionales que pueden afectar en la adultez

niño-regañado 1La sicología apunta cada vez más a la indagación acerca de los comportamientos que fueron observados en la infancia, como una manera de saber el porqué de miedos, traumas, falencias personales y sociales que afectan en la adultez.

Es por ello cada vez más común que sea el detalle de la crianza, el trato por parte del círculo primario (padres, familia, maestros) el que arroje luces acerca de la manera de relacionase consigo mismo y con los demás y a partir de allí  reconocer, enfrentar y trabajar esos puntos débiles que lo liberarán de pesadas cargas impuestas en la niñez.

Para reconocer la causa de las heridas emocionales  de la infancia es importante hacer un “flash back” y reconocer alguno de las 5 más comunes que pudo experimentar.

 Miedo al abandono y al rechazo

Según los especialistas el primero de ellos y quizás el más primitivo es el miedo al abandono que pudo ser impuesto por padres o cuidadores y que lo han dejado  con esta sensación.

Esto dará con el paso del tiempo a una marcada inseguridad, que no permitirá un compromiso duradero con nada ni con nadie por temor a perder lo que se ha conseguido. El abandono de los proyectos, así como el temor a establecer relaciones de cualquier tipo serán la constante de sus actuaciones.

El siguiente miedo es al rechazo, todo parte del entorno en el cual se desarrolla el niño, la familia y los amigos, quienes consciente o inconscientemente descalifican o critican lo que hace o dice.

La que se afecta en este caso es la autoestima, pues creerá que no es merecedor de ninguna valoración. A partir de ello comenzará a circular por el tortuoso camino de las relaciones basadas en el maltrato físico y sicológico.

 

Humillación, desconfianza e injusticia

Otro de las heridas emocionales que genera un sentimiento de desaprobación por parte de los demás es la humillación que lo hace sentir, subvalorado y juzgado por las figuras más importantes de su vida.

Esto degradará en gran medida la imagen de sí mismo y la creencia de que los demás darán las soluciones que no puede darse usted mismo, esto lo volverá una persona dependiente.

Una de las heridas emocionales socialmente aceptadas y no por ello menos nociva es la que genera el incumplimiento de las promesas, en especial en las que se hacen en la niñez ya que van minando poco a poco la confianza en los seres que proveen de afecto y cuidado al niño.

Esto dará paso a seres aprehensivos e incapaces de recibir ayuda, lo cual derivará en mayor carga de todo tipo emocional, laboral y una agotadora vida en busca de la perfección.

Por último,  el sentimiento de injustica propio de hogares autoritarios y de gran exigencia a sus miembros, que generará adultos convencidos de no poder alcanzar los estándares exigidos o los obsesionados por conseguir una buena posición a costa de sí mismos y de los demás, una agotadora forma de correr por la vida.

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