Esta vez vamos a referirnos a un concepto desarrollado por Sigmund Freud, el superyó, que se enmarca dentro de toda una teoría psicológica que ha sido ampliamente desarrollada, estudiada y que llega a nuestros días.
Primeramente, tenemos que decir que el superyó está íntimamente unido a otros dos conceptos psicológicos, que eso el yo y el ello. Éstos son conceptos fundamentales de la teoría del psicoanálisis, mediante la cual el propio Freud intentó explicar el funcionamiento de la psique humana. Esta psique se postula a partir de determinar que existen un aparato psíquico en los seres humanos, el cual posee una estructura particular.
Freud sostuvo que este aparato psíquico está dividido en tres grandes instancias, que son los mencionados ello, yo y superyó. Pero hay que destacar que Freud las entiende como cumpliendo funciones entrelazadas y que no están separadas físicamente. Hay que mencionar también que lo inconsciente cobra en estas tres instancias un valor fundamental muy notorio.
Refiriéndonos puntualmente al tema central de este escrito, el superyó, hay que mencionar que éste remite a la instancia moral de la persona, la que resulta como la enjuiciadora de la actividad yoica.
El superyó, según Sigmund Freud, surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo, y por ende, constituye lo que se conoce como la internalización de las normas, las prohibiciones parentales y las reglas.
Es interesante definir también que, así como a partir del ello nace el yo, luego dentro de este último nacerá el superyó. Y este superyó justamente estará surgiendo en la etapa en la que el infante aún no ha podido aceptar ni superar el desamparo infantil, y por ende mantiene aún un estrecho lazo de dependencia con sus padres.
Hay que decir también que el superyó vendría a ser la parte contraria o que contrarresta al ello, por lo que representa todos los preceptos morales y éticos de un individuo inmerso dentro de una determinada cultura, con sus consecuentes principios y preceptos de comportamiento.
A su vez, el superyó cuenta con dos subsistemas, uno de ellos es la conciencia moral y el otro el ideal del yo. La conciencia moral es aquella capacidad de autoevaluación, la propia crítica y por ende el reproche ante lo que el individuo considera que no ha obrado según sus preceptos morales o éticos. El ideal del yo, es una autoimagen ideal que consiste en tener conductas aprobadas y también recompensadas, cuando ese mismo individuo siente que sí obró según sus preceptos de buena conducta.
Por todo lo ya explicado, tenemos que citar que el superyó dentro de la enseñanza de las teorías freudianas, es una instancia que no está presente desde el nacimiento del individuo, sino que va surgiendo a partir de la internalización de la figura paterna, a partir de la resolución del complejo de Edipo. Es por ello que la función del padre pasará a tener un carácter fundacional del sujeto con sus tres instancias, el ello, el yo y el superyó. Razones constitutivas del individuo.
