El síndrome de Down, por sus características propias, es claramente detectable a muy temprana edad en el ser humano. Incluso, en la etapa prenatal o en el momento mismo del nacimiento.
Es considerado como un espacio dentro del campo de las discapacidades intelectuales. Es por ello que también afecta psicológicamente de forma notoria la salud emocional de los padres.
Teniendo en cuenta esta realidad, y además sumándole a los importantes avances en el desarrollo y educación de las personas con síndrome de Down, es imperioso que el profesional psicológico que atienda a la persona y a sus padres con este síndrome, destaque e inste de forma muy notoria los aspectos positivos y las capacidades reales que este niño podrá llegar a realizar durante su vida, focalizando las etapas de la niñez, juventud y adultez, y no hacer tanto incapié en las limitaciones que podrá llegar a tener.
Por supuesto, es tarea del profesional de la salud, prestar atención a los cuidados y tratamientos que deberán atender las necesidades del niño y su familia, considerados éstos como un todo. Si bien los problemas de conducta muchas veces son similares en todas las personas que presentan estas características, el psicólogo deberá prestar notoria atención a la personalidad de cada individuo. Y enfatizar el hecho de que cada individuo tiene derecho de participar en la sociedad de forma activa.
Así también se le debe garantizar la posibilidad de un desarrollo físico activo, como el derecho de gozar de plena salud, tanto desde lo físico como en sus aspectos psico-emocionales. Esto implica que deberá poder gozar del derecho de recibir los tratamientos médicos y las intervenciones psico-educativas según sus demandas.
Hay que saber considerar que el síndrome de Down está visto hoy día como una de las causas genéticas más frecuentes de discapacidad intelectual y en muchos casos, malformaciones congénitas. Se da como resultado de una anomalía cromosómica donde los núcleos de las células del organismo poseen 47 cromosomas, en vez de 46. Este cromosoma extra pertenece al par 21.
Esta alteración cromosómica incrementa las copias de genes del cromosoma 21, lo que hace uan grave perturbación en muy diversos genes, no solo en el cromosoma 21, sino en otros cromosomas también. Este desequilibrio termina ocasionando modificaciones en la función y el desarrollo de algunos órganos y también sistemas, y esto se da en las etapas prenatales como postnatales.
Todo esto ocasiona anomalías visibles y diagnosticables, algunas de ellas congénitas y otras pueden darse a lo largo de la vida del niño/adolescente. Claramente, el sistema nervioso es el que comúnmente se ve más afectado.
Por todo lo aquí expuesto, el rol temprano del profesional psicológico que aborde el cuidado de un paciente y su familia con síndrome de Down, tendrá un papel preponderante en la calidad de vida de ellos.
Su función deberá transmitirle los conocimientos que es necesarios sepan saber para poder vivir una vida plena y con la menor cantidad de limitaciones posibles, haciendo notable enfoque en las posibilidades que el niño/adolescente/adulto con síndrome de Down puede y podrá hacer y también comunicando las dificultades que deberá enfrentar.
Por supuesto, la contención familiar será una de las tareas que más atención deberá prestar este profesional de la salud, siendo un puntal clave en el que la familia y el niño puedan mantenerse.
