Todos hemos pasado por momentos en los que pareciera que somos nuestros peores enemigos: justo cuando tenemos la ocasión de avanzar, aparece una voz interior que nos frena, que nos llena de dudas y que termina tirando por tierra lo que tanto deseábamos. Este fenómeno, conocido como autosabotaje, es un patrón psicológico que arrastra a muchas personas sin que sean plenamente conscientes de ello, y que puede aparecer en el trabajo, en las relaciones personales o incluso en los pequeños retos diarios. Pero, ¿por qué nos autosaboteamos?¿Es evitable hacerlo? Para dar respuesta a estas preguntas, nos hemos puesto en contacto con los expertos de la clínica GomerMedi, que ofrecen servicios de psicólogo en Tenerife y otras regiones de Canarias, y lo que nos explican revela hasta qué punto podemos llegar a boicotearnos sin darnos cuenta.
¿Qué entendemos por autosabotaje y cómo se manifiesta?
El autosabotaje no se limita a un simple acto de pereza o indecisión, va mucho más allá. Se manifiesta en pensamientos y comportamientos que nos impiden alcanzar lo que decimos querer. A veces se traduce en procrastinación constante, en dejar para mañana lo que sabemos que nos acercaría a nuestra meta. En otras ocasiones aparece como una autocrítica feroz que repite en nuestra cabeza que no somos lo bastante buenos, lo bastante preparados o lo bastante válidos para triunfar. Incluso puede presentarse como miedo al éxito, esa sensación extraña de que, si conseguimos lo que deseamos, no sabremos cómo gestionarlo y todo acabará desmoronándose. Lo más inquietante es que se trata de un proceso interno tan silencioso que muchas veces solo nos damos cuenta cuando la oportunidad ya ha pasado y lo único que queda es el remordimiento.
La raíz psicológica del autosabotaje
Si profundizamos un poco, descubrimos que el autosabotaje nace de creencias arraigadas y de experiencias que han marcado nuestra manera de vernos a nosotros mismos. Desde la infancia absorbemos mensajes que se quedan grabados en nuestra memoria emocional. Comentarios como “no eres lo suficientemente listo” o “seguro fracasarás” calan más de lo que aparentan y con los años se convierten en convicciones inconscientes. La psicología explica que estas creencias limitantes actúan como un filtro a través del cual interpretamos el mundo y nuestras posibilidades. Así, aunque racionalmente sepamos que tenemos capacidad para lograr un objetivo, esa voz interior cargada de inseguridad nos bloquea y activa un mecanismo de autoprotección que en realidad solo nos encierra en una jaula invisible. El miedo al fracaso, la necesidad excesiva de control o incluso el perfeccionismo extremo son piezas que alimentan este círculo vicioso.
Cómo identificar que te estás autosaboteando
Reconocer el autosabotaje no es tarea sencilla, porque la mente es experta en disfrazar sus trampas. Sin embargo, hay ciertos indicios que pueden alertarnos. Uno de ellos es la tendencia a posponer decisiones importantes sin razón lógica, aunque sepamos que lo ideal sería actuar de inmediato. Otro signo frecuente es el autosabotaje relacional: elegir vínculos que nos dañan o rechazar oportunidades afectivas por miedo a que nos hieran. También se percibe en quienes establecen expectativas imposibles para justificar luego su fracaso, como una forma inconsciente de confirmar sus propios temores. Lo curioso es que estos patrones se repiten una y otra vez, generando una sensación de estar atrapados en un bucle del que parece difícil escapar. Detectar esos comportamientos es el primer paso para empezar a desmontar el mecanismo que los alimenta.
El papel de la psicología para romper el ciclo
Frente a esta dinámica tan dañina, la psicología ofrece herramientas que permiten transformar el autosabotaje en un proceso de autoconocimiento y crecimiento. La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, ayuda a identificar los pensamientos distorsionados que nos empujan a boicotearnos y a sustituirlos por interpretaciones más realistas y constructivas. También se trabaja en reforzar la autoestima, porque muchas veces el origen del autosabotaje está en una valoración negativa de uno mismo. Técnicas como la escritura terapéutica o la práctica de la atención plena permiten tomar distancia de esos pensamientos automáticos y observarlos con mayor claridad. Lo interesante es que, al poner en práctica estas herramientas, no solo se reduce la tendencia a autosabotearnos, también se abren nuevas posibilidades para relacionarnos con mayor confianza tanto con nosotros mismos como con quienes nos rodean.
Estrategias cotidianas para dejar de sabotearse
Además del acompañamiento profesional, hay pequeños cambios que podemos integrar en nuestro día a día para reducir el impacto del autosabotaje. Uno de los más efectivos consiste en aprender a cuestionar los pensamientos que nos frenan. Cuando aparece esa voz que repite “no podrás hacerlo”, conviene detenerse y preguntarse: “¿en qué me baso para dar por hecho esto?”. Otro aspecto clave es el establecimiento de metas realistas y progresivas, porque a menudo el autosabotaje surge al fijarse objetivos tan inalcanzables que el fracaso está asegurado desde el inicio. También ayuda mucho reconocer los logros, por pequeños que parezcan, para reeducar a la mente a valorar los avances en lugar de obsesionarse con lo pendiente. Y, sobre todo, es fundamental darse permiso para fallar, entendiendo que el error no significa incapacidad, sino aprendizaje. Poco a poco, al aplicar estas estrategias, se va debilitando el círculo del autosabotaje y ganamos confianza en nuestra propia capacidad para aprovechar las oportunidades que la vida ofrece.
Un camino hacia la libertad personal
Superar el autosabotaje no es un proceso rápido, requiere constancia, paciencia y, en muchos casos, apoyo terapéutico. Sin embargo, cada paso que damos hacia la comprensión de nuestros propios patrones es una victoria en sí misma. Lo interesante es que, cuando aprendemos a reconocer esas trampas internas, dejamos de ser víctimas de nuestra mente y empezamos a tomar las riendas de nuestra vida. El autosabotaje deja de ser un enemigo invisible para convertirse en una oportunidad de autoconocimiento que nos impulsa a crecer. Al final, todo se resume en darnos el derecho a brillar sin miedo y en confiar en que podemos estar a la altura de las oportunidades que llegan. La psicología nos recuerda que esas barreras que levantamos en nuestro interior pueden derribarse, y hacerlo es abrir la puerta a una vida mucho más plena y auténtica.