Y ahora soy feminista

Y ahora soy feminista

Desde hace unos años el feminismo confiaba en que la transformación que se fue generando es un hecho irreversible. Lamentablemente en algunas oportunidades se tienen que volver a dar batallas en las que ya se creían ganadas frente a un involucionismo que ahora se muestra en contra la dictadura de género. La mejor respuesta ante esta situación es congregar a nuevas voluntades, aceptando con felicidad las voces que se destacan entre los medios de comunicación.

Uno de los mayores avances de esta tendencia social es ir mostrando algunos comportamientos que se fueron normalizando y que hasta la actualidad se vieron como códigos válidos entre los sexos y que son grandes barreras contra la equidad.

Recordemos a Carla Bruni, quien en el año 2012 generó una polémica al señalar que en su generación “no existe la necesidad de ser feminista. Muchas pioneras abrieron el camino. Yo no soy militante feminista. Me encanta la vida de familia, hacer todos los días lo mismo. Adoro tener ahora un marido.

Pero unos años más tarde afortunadamente mostró un cambio radical en su postura, un cambio muy significativo de la extensión transversal y universal. Ahora se reconoce como feminista, lo que es tomado como una gran responsabilidad ya que a pesar de haber logrados grandes avances en los últimos años en algunos aspectos se puede decir que la sociedad ha retrocedido. En determinados momentos conviene volver a luchar y ser radical.

La actriz Helen Mirren también ha pasado por un proceso parecido, en un discurso en la Universidad de Tulane en Estados Unidos señaló que: «No importa cuál sea tu sexo o raza. Sé feminista. Antes, unirme a un movimiento que se llamaba feminismo me parecía demasiado aleccionador, muy político. Sin embargo, he empezado a entender que no es una idea abstracta, sino una necesidad si queremos ir hacia delante y no hacia atrás, de vuelta a la ignorancia y la envidia«.

El analista de influencers y experto en redes sociales, Jeetendr Sehdev, realizó una investigación por dos años basándose en miles de entrevistas a personas de distintos países y diferentes niveles de formación.

Entre sus conclusiones ponía en duda la utilidad de los alegatos feministas de las famosas. Solo un porcentaje cercano al 20 por ciento reconoció que esas opiniones le habían llegado a se más conscientes del problema. Para las demás personas encuestadas las opiniones no tenían valor si el personaje no había acreditado antes un largo y creíble compromiso con las reivindicaciones Resulta poco convincente cuando se sospecha que más de unas convicciones refleja un oportunismo publicitario.

El año pasado el movimientos feminista español sumó a sus filas a una figura inesperada y muy valiosa, Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander. «Si me hubiera preguntado hace 10 años (si era feminista) le hubiera dicho que no. Hoy le digo que sí, porque me he dado cuenta de que existe discriminación«. Eso fue relatado en una entrevista radiofónica en la Cadena Ser, la misma generó cierto revuelo entre los escépticos ultramontados. En ese momento la presidenta del Santander no se conformó solo con confesar su feminismo sino que hizo cierto proselitismo por la causa en una carta en las redes sociales.

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