Las fobias son un trastorno emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas como, por ejemplo, a los insectos (entomofobia) o a los lugares cerrados (claustrofobia).
La ablutofobia es un miedo irracional y enfermizo a bañarse o lavarse y, hasta hace poco, solía pensarse que era un claro síntoma ligado a la adolescencia.
Como cualquier otra fobia, la ablutofobia comienza a ser perjudicial para nuestra vida cuando nos limita para hacer aquello que deseamos.
Las causas de la ablutofobia, como la de otros trastornos del mismo tipo, suelen provenir de traumas infantiles, es decir, de situaciones concretas en las que un individuo se ve enfrentado contra su voluntad a una edad muy temprana.
Esta emoción persistente, anormal e injustificada de miedo frente la situación de lavarse, bañarse o limpiarse se puede conseguir superar si se aplica el tratamiento adecuado durante el tiempo que se considere necesario.
Las terapias psicológicas, como la técnica de “inmersión” o las terapias de exposición gradual, pueden ser beneficiosas para las personas que padecen esta enfermedad.
De lo que se trata es de desensibilizar a la persona y de cambiar los patrones de pensamiento que están contribuyendo a su miedo.
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