El orgullo nubla la razón, te hace perder la visión objetiva de una situación. El orgullo distorsiona la realidad al no poder separar lo verdaderamente importante de lo secundario. Por ejemplo, después de una discusión de pareja merece la pena que en vez de pasar días interminables sin hablar con tu novio, pienses en lo que esa persona significa para ti y en el tiempo que estás desperdiciando de una forma inútil porque el tiempo no vuelve.
Del mismo modo, después de sufrir una infidelidad de pareja, existen personas que a pesar de seguir amando al otro, no se plantean ni siquiera, la posibilidad del perdón, como consecuencia de ese gigante del orgullo.
Cómo controlar el orgullo
Cuando nos dejamos llevar por el orgullo actuamos a base de impulsos. Por el contrario, conviene meditar las cosas con calma y darnos una pausa para poder ver las cosas con la perspectiva que aporta el tiempo. No se ven las mismas vistas desde la ladera de una montaña que desde la cima. Por tanto, sigue tu camino y pronto encontrarás la respuesta que buscas.
El verdadero amor
El verdadero amor es aquel que está más allá del orgullo y es más fuerte que tú. Es decir, no puedes controlar lo que te está pasando. Valora lo esencial en tu relación para quitar peso a aspectos que no son tan importantes y dar de verdad valor a lo que tú sientes y a lo que tu pareja siente por ti. Se trata de poner en una balanza los pros y los contras, las ventajas y los inconvenientes para poder hacer un balance general de los hechos y encontrar el equilibrio en la vida.
No pierdas al amor de tu vida por una cuestión de orgullo porque con el tiempo, antes de lo que piensas, puedes arrepentirte. El amor se alimenta cada día.
Imagen – Pollobarba