Las estadísticas indican que las parejas casadas deben tener menos conflictos y diferencias de pensamientos, debido a que tomaron este matrimonio sabiendo que tenían que aceptar ideas además de las suyas… pero, ¿es esto del todo cierto? Desde muchos puntos de vista puede que sí, quizás las parejas prefieren vivir una vida plena y poco estresante, además de amorosa y por todo esto, se comprometen en la relación. Sin embargo; tenemos otros casos en los que, uno aporta y claramente el otro no, o viceversa, o ninguno de éstos.
Cuando ninguno se familiariza con la palabra compromiso en un matrimonio, suelen haber más problemas que pequeñas diferencias de opinión, y terminan afectando su vida de pareja y sus vidas personales además. Y como si esto fuera poco, también tenemos otras consecuencias mentales y físicas, tales como: depresión, trastorno bipolar, alcoholismo, violencia; y ataques al corazón, cáncer, dolor crónico; respectivamente. Esto puede terminar con la vida de uno rápidamente, y también puede causar problemas menores como: menor desempeño en el trabajo, aislamiento, e involucrar a otros en discusiones propias.
Una constante guerra con uno mismo suele suceder dentro de la cabeza del hombre o de la mujer que se encuentra implicado en este tipo de relación, teniendo millones de pensamientos al minuto, los cuales claramente son: “No la/o quiero perder pero se equivoca”, “La amo pero él/ella comete muchos errores”, “¿Debería irme ya?”, “Nunca le dejaré ganar”; entre otros. Aunque no se crea posible, es verdad; comprobado por muchos psicólogos internacionalmente.