La generación de cristal, ¿una definición despectiva?

La generación Z, o generación de cristal según un nombre que se viralizó a partir de las redes sociales, engloba a los jóvenes nacidos después del año 2000. Hay un sector de la política, la psicología y los estudios sociales, que indican que la generación de cristal es débil, inestable, insegura y poco tolerante a las críticas. Esto se debe, sostienen, a que crecieron en una época de pocas carencias y están acostumbrados a que sus padres trabajen para darles todo lo que necesitan.

Sin embargo, en el otro extremo, hay quienes sostienen que se trata de una generación que no tiene tolerancia con las injusticias y los parámetros establecidos. Esto no sería un reflejo de inseguridad o debilidad, sino más bien una característica positiva que refuerza su lucha por construir una sociedad mejor.

La sobreprotección

La mayor crítica que se esgrime contra la generación de cristal es la de la sobreprotección bajo la cual muchos de sus integrantes han crecido. Los cambios en las maneras de cuidar a los niños, en las manifestaciones afectivas de padres a hijos, han hecho que la generación Z sea muy diferente a la de épocas anteriores. En el pasado, una crianza más estricta y con mayor énfasis en la disciplina y el respeto de las órdenes y jerarquías generó hombres y mujeres que en muchas ocasiones tenían dificultades para expresar sus ideas o sentimientos.

La generación de cristal no tiene este problema. Pero surgen otras dificultades. Muchas de las interacciones y relaciones sociales de esta generación están por fuera del plano físico, y recaen en las plataformas digitales. Esto implica una serie de dificultades para la interacción, pero también los padres tienen conflictos a la hora de regular estas acciones. Por un lado, los cuidan en exceso, pero por otra parte les dan mayor autonomía al no poder controlar las interacciones en el mundo digital.

Las críticas

La generación de cristal es nativa digital, y sus principales relaciones sociales se llevan adelante mediante la utilización de redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea. En este entorno, están mucho más expuestos a las críticas. Las redes sociales no han logrado mecanismos efectivos para restringir las críticas malintencionadas, y por más que los comentarios se borren, están activos suficiente tiempo para dañar emocionalmente a cualquier persona.

La crianza que han recibido los jóvenes de la generación Z todavía está por demostrar cuáles son sus efectos. Serán sus propias capacidades para transmitir ideales y valores a nuevos niños y niñas los que demuestren la verdadera fortaleza o debilidad de espíritu que tienen.

Lo cierto, es que definir como frágil a una generación únicamente porque no se conforma y no acepta como propias estructuras de crianza basadas en la violencia física y en la evasión de los propios sentimientos, es un poco prematura. La generación de cristal es diferente, está basada principalmente en un desarrollo del yo a través de una identidad digital y serán las propias interacciones y habilidades sociales las que determinen el nivel de ventaja o desventaja que esto tiene para su desarrollo personal.

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