Los problemas de conducta en niños y niñas forman parte de las consultas más habituales hacia los psicólogos infantiles. Padres y madres que no encuentran el camino para solucionar conductas inapropiadas y buscan ayuda profesional para intentar entender y tratar ciertos comportamientos de los más pequeños de la casa. Es importante entender y tratar este tipo de situaciones de la forma adecuada, ya que la psicología infantil tiene rasgos muy específicos.
Primer acercamiento: las causas del mal comportamiento
Un primer paso es el de detectar las causas del mal comportamiento de nuestro niño o niña. En la psicología de los niños pequeños, existen dos grandes causas que sirven como base a un mal comportamiento, las necesidades básicas insatisfechas y las causas médicas.
Las necesidades básicas responden a la naturaleza activa propia del niño. No disfrutan estar encerrados mucho tiempo, necesitan liberar energía y hacer ejercicio físico, jugar y estar en contacto con el medio ambiente. Además, el hambre y el sueño también tienden a explicar conductas inapropiadas en los pequeños. Esto se debe principalmente a que carecen de las herramientas intelectuales para explicarle al resto de las personas aquello por lo que la están pasando mal.
Cuando el mal comportamiento es por causas médicas o farmacológicas estamos en una etapa un poco más compleja. A veces un niño que está enfermo se comporta de mala manera porque no puede explicar aquello que le está pasando. Además, en caso de que el niño esté tomando algún medicamento, puede que haya alguna reacción adversa a nivel conductual. Por este motivo, es importante estar atentos a las manifestaciones de mala conducta, el momento en que aparecen y otros rasgos descriptivos de la situación.
¿Cómo explicarle al pequeño lo que se espera de él?
La niñez es una etapa de aprendizaje. A veces, el adulto no logra ponerse en el lugar del niño para el que todo lo que sucede es nuevo, y por ese motivo la comunicación de lo que se espera en materia de comportamiento no se realiza de forma adecuada.
Es importante remarcar que algunos comportamientos no son malos, sino una forma de exploración del entorno, y allí es donde el rol del adulto es fundamental para explicarle lo que se espera de él. Por ejemplo, si al entrar en la sala de espera del doctor el niño empieza a gritar, corre o pregunta por todo, no estamos ante una mala conducta, sino ante una forma de exploración. Por ese motivo, la clave está en la previsión. Puedes informarle previamente lo que va a encontrar en el lugar, explicarle cómo debe comportarse, responder a sus preguntas y así evitar un mal momento.
Al final, los adultos son los responsables del comportamiento de los más pequeños. Entender que la previsión, la explicación y la respuesta a sus inquietudes ayudará a que su comportamiento sea más adecuado en los diferentes contextos en los que nos desenvolvemos. Hay otras consideraciones, y las seguiremos explorando como una forma de entender el mundo de los más pequeños, sus complicaciones, dudas y desafíos.