Los seres humanos se basan en la capacidad de compartir las emociones de los demás y a participar en el éxito de las interacciones sociales. Este fenómeno, conocido como la empatía, se basa en un mecanismo de percepción-acción.
La involuntaria recreación de una conducta observada pueda surgir en el espectador mediante la acción de los mecanismos neurales que, durante la percepción de una acción o de una expresión facial, llevan a activar representaciones compartidas.
Es así como trata esta investigación, el bostezo contagioso, que es producido por otra persona también implica una acción similar al mecanismo de la percepción.
Diferentes indicios clínicos, psicológicos y neurobiológicos sugieren una relación entre el contagio del bostezo y la empatía. El bostezo contagioso comienza en la edad de 4 a 5 años, cuando los niños desarrollan la capacidad de identificar correctamente las emociones de otros.
Sin embargo, no hay evidencia de comportamiento documentada hasta ahora. Hemos probado el efecto de diferentes variables (por ejemplo, país de origen, sexo, características de bostezo) en el contagio del bostezo mediante la ejecución de los modelos mixtos aplicados a los datos de observación recogidos durante un año en adultos (mayores de 16 años).
Sólo la vinculación social predice la ocurrencia, la frecuencia y latencia de contagio al bostezo. Al igual que con otras medidas de la empatía, la tasa de contagio es mayor en respuesta a los familiares, luego amigos, después conocidos, y por último los extraños.
Individuos relacionados con la persona mostró el mayor contagio, tanto en términos de ocurrencia del bostezo y la frecuencia de los bostezos. Con extraños y conocidos mostraron un mayor retraso en la respuesta de bostezo (latencia) en comparación con sus amigos y familiares.
Este resultado sugiere que la magnitud de la activación neuronal relacionada con bostezo contagio puede variar en función de la familiaridad del individuo.
