Como en el título de la película, la mente de John Nash es maravillosa a pesar de que el gran matemático sufra la enfermedad de la esquizofrenia.
La película Una Mente Maravillosa, protagonizada por Russell Crowe y dirigida por Ron Howard, fue estrenada en 2001 con gran éxito. Pero no sólo se trataba de éxito de taquilla. La historia del matemático estadounidense, Premio Nobel de Economía en 1994, puso ante los ojos del gran público una de las enfermedades psiquiátricas que más dolor han causado y siguen produciendo en tantas familias. Una Mente Maravillosa planteaba la lucha de un hombre extraordinariamente inteligente con las derivaciones de una tara mental ajena por completo a su voluntad. Bien es cierto que algunas asociaciones de familiares de enfermos psiquiátricos protestaron al considerar que la película daba a entender que la voluntad, en este caso la voluntad de un hombre en posesión de una mente privilegiada, jugaba un papel importante para superar la enfermedad.
De una manera o de otra, John Nash demostró que su mente maravillosa y enferma no era un obstáculo para desarrollar las teorías matemáticas que, con el tiempo, le harían no sólo merecedor del Nobel, sino de una reconocida fama mundial, muy superior a la de otros científicos.
John Nash, el poseedor de la mente maravillosa, es un devoto creyente de los avances de la ciencia. Según él, las enfermedades mentales no sólo verán disminuida su virulencia gracias a los progresos en psiquiatría, sino que el estigma que tradicionalmente se le ha atribuido al enfermo mental, gradualmente irá desapareciendo. Se verá al enfermo psiquiátrico de la misma manera que a un enfermo del hígado o a un paciente diabético.
Lógicamente, el matemático no celebra que su fama mundial se derive de la película, sino de sus logros en su disciplina, aunque sí se felicita porque acercara al común de las personas el mundo de esa enfermedad tan habitual y tan desconocida a la vez, y que, en ocasiones, también puede adueñarse de una mente maravillosa.
