Una vida plena y armoniosa de pareja usualmente se vive sin peleas o constantes discusiones, además de salidas los fines de semana y la espontaneidad para realizar diferentes actividades que devuelvan la emoción en una relación evitando que ésta se vuelva monótona con el paso del tiempo. Pero… ¿la clave de todas estas posibilidades cuál es? Si bien lo conocemos como una meta para todos nosotros; es el éxito.
Definimos éxito trabajar en lo que planeamos y que de esta manera, no haya falla alguna al concluirlo. Un ejemplo de éxito puede claramente ser; trabajar en lo que nos apetece; nuestra pasión por aquel trabajo puede haberse desarrollado antes de terminar la secundaria y aún vivir en nuestros corazones hasta el momento. Esto proporciona felicidad y gusto en hacer lo que haces pues así lo elegiste, además de ganar suficiente dinero para sobrevivir y darte un gusto acompañado de tu pareja periódicamente. Una idea de vida que parece perfecta, ¿correcto? Pues así lo piensa un individuo hasta encontrarse en un matrimonio, o simplemente una relación.
Si el éxito es compartido, es decir, es mutuo en la relación, claramente no habrá problema alguno; pero si nos encontramos con la clara diferencia de la calidad de éste, nos encontraremos con un problema además.
Está en el organismo y mente de una persona que quiere ser exitosa; ser competitiva, este hecho ha sido comprobado por las mentes más inteligentes en el mundo. No solo ser competitiva con el resto, si no con uno mismo, pero esa batalla diaria puede afectar nuestra vida de pareja
