Es común el sentimiento ocasional de melancolía o tristeza. Pero estos sentimientos, por lo general, son pasajeros y se superan solos en en poco tiempo. En cambio, cuando una persona tiene un trastorno depresivo, este interfiere con la vida diaria y afecta al desempeño normal de sus actividades cotidianas, siente una tristeza que no se va con el pasar del tiempo.
La depresión es una enfermedad común pero grave, y la mayor parte de quienes la padecen necesita tratamiento para mejorar. En el peor de los casos, la depresión puede prolongarse durante años e, incluso, afectar de forma irreversible a la persona que la padece.
Por lo tanto, la depresión se caracteriza por un estado de ánimo bajo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento. Puede causar ansiedad, insomnio, pérdida de apetito y falta de interés o placer por realizar diferentes actividades, así como afectar a las actividades laborales, escolares y familiares.
Hay distintos tipos de depresión, entre ellos se destacan los más comunes:
• Trastorno depresivo grave o depresión grave: se caracteriza por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer, y disfrutar de las actividades que antes resultaban placenteras. La depresión grave incapacita a la persona y le impide desenvolverse con normalidad, es el tipo de depresión que requiere un arduo tratamiento.
• Trastorno distímico o distimia: sus síntomas duran dos o más años y, aunque no incapacitan necesariamente a la persona, sí le impiden desarrollar una vida normal o sentirse plenos. Las personas con distimia también pueden padecer uno o más episodios de depresión grave a lo largo de sus vidas. Se trata también una de las formas más comunes de depresión.
• Depresión psicótica: cuando una enfermedad depresiva grave está acompañada por alguna forma de psicosis, como ruptura con la realidad, alucinaciones o delirios, es poco común, pero aquel que la padece necesita ayuda inmediata.
• Depresión post-parto: nos referimos a este tipo cuando una mujer sufre un episodio de depresión grave dentro del primer mes después del parto. Se trata de una patología frecuente, puesto que afecta a entre al 10% y el 15% de las madres.
Ahora bien, ¿cómo se puede tratar la depresión? ¿Se puede superar?
La depresión clínica es una de las enfermedades médicas más tratables: ocho de cada diez personas que la sufren mejorarán con ayuda profesional. El tipo de tratamiento dependerá de los síntomas que sufra cada persona, de su gravedad y de las circunstancias del paciente, pero existen dos formas principales de tratamiento, que normalmente van acompañadas:
• Psicoterapia: tanto la terapia cognitivo-conductual como la interpersonal, ambas basadas en el diálogo con el profesional, son efectivas contra la depresión y constituye la mejor opción para tratar la depresión de leve a moderada. La primera enseña nuevas maneras de pensar y comportarse, mientras que la segunda ayuda a entender y resolver relaciones personales problemáticas. El tratamiento puede durar tan solo unas semanas o prolongarse en el tiempo, de acuerdo a los síntomas y necesidades del paciente.
• Tratamiento con antidepresivos: el psiquiatra puede prescribir al paciente fármacos antidepresivos. Estos contribuyen a normalizar las sustancias químicas naturales del cerebro (neurotransmisores) como la serotonina o la norepinefrina, que participan en la regulación de los estados de ánimo.