Trabajar y fortalecer la autoestima es muy importante para tener una salud mental sana. Existen diferentes ejercicios que están orientados a conseguir una autoestima más fortalecida y un mejor equilibrio emocional, las distintas corrientes psicológicas que abordan la autoestima como un factor necesario para la salud mental general utilizan los ejercicios de fortalecimiento para alcanzar un mejor estado general de cara a conseguir mayores herramientas y ópticas para enfrentar situaciones de la vida cotidiana.
La autoestima como un concepto dinámico
Es importante tener en cuenta que la autoestima no es fija, sino que va moldeándose y cambiando a lo largo de los años. Puede variar a lo largo del tiempo de acuerdo a las circunstancias que atravesamos, por eso es importante fortalecerla para que aún en situaciones complejas, podamos mantener un nivel de amor propio y autoestima elevado.
La infancia es un momento crítico para la formación de la autoestima, por eso las valoraciones y opiniones que reciben los niños son fundamentales para entender cuestiones de personalidad en la vida adulta. La autoimagen se va formando a partir de estas opiniones y valoraciones, las etiquetas que irán condicionando nuestra forma de ser.
Situaciones negativas como el abandono, las críticas negativas destructivas, la falta de reconocimiento o de muestras de afecto y los rechazos, son las que terminan dañando la propia autoestima, a tal punto que nos condicionan en nuestra forma de comportarnos y relacionarnos.
La autoestima no es solamente ‘quererse a uno mismo’, sino que está compuesta por todas las valoraciones y opiniones, sensaciones y actitudes que hemos ido acumulando a lo largo de los años. Una autoestima sana es aquella que nos impulsa a conseguir nuestros objetivos y alcanzar nuestras metas, pero cuando está dañada, nos imposibilita a ver hacia el futuro de forma optimista.
Cuando el individuo tiene una autoestima sana, vemos una personalidad segura, confiada, con identidad propia, valores y competencias personales para afrontar los problemas y situaciones complejas que presenta la vida. En cambio, un individuo con autoestima dañada presenta fuertes signos de dependencia, incapacidad para expresar sus ideas, sentimientos u opiniones, inseguridad y falta de herramientas para afrontar la vida.
Esto no necesariamente sea así por siempre, la autoestima puede trabajarse y desarrollarse. Por supuesto que para personas que han tenido infancias duras o atravesaron situaciones extremas de críticas destructivas y rechazo, puede ser más difícil. Pero el rol del psicólogo y el acompañamiento de amigos y seres queridos es fundamental para revertir una personalidad signada por situaciones negativas.
La autoestima es, a su vez, una construcción que realizamos a partir de distintos componentes. Por ejemplo, el autorespeto, el autoconcepto, el autoconocimiento y la autoaceptación. Es decir, necesitamos tener todo esto en consideración para saber de qué tipo de autoestima estamos hablando y ver cuáles son los elementos donde hay que trabajar.
La autoestima sana implica poder respetarnos y valorarnos a nosotros mismos, para así valorar también a los demás. Conocernos y saber cuáles son las cosas que nos gustan y las que no, aceptarnos como somos y poder conceptualizar y diferenciar lo que nosotros deseamos y lo que otros tratan de imponernos.