Entre las normas del mercado y las normas sociales hay a veces una gran diferencia que no se puede explicar fácilmente. Por ejemplo, si tú tienes que hacer una mudanza y pides ayuda a un amigo, una vez acabada la mudanza él no aceptará ningún pago, y es posible que incluso se ofenda si se lo ofreces.
¿A qué se debe esto? Nosotros estamos acostumbrados a las reglas del mercado, donde, aunque la ayuda sea agradable y nos la preste un amigo, igualmente tendremos que pagar al finalizar. Sin embargo, las normas sociales son diferentes. Nuestro amigo no esperará ninguna retribución más que nuestra ayuda en caso de que más tarde él la necesite.
Por esta razón, tenemos que esforzarnos por equilibrar las normas sociales con las del mercado. No porque sean nuestros amigos debemos aprovecharnos de ellos. No es lo mismo pedir un favor que disfrutar de los servicios que ofrece nuestro amigo como trabajo (como, por ejemplo, intentar comer gratis en su restaurante).