Razones por las que nos gusta disfrazarnos

Razones por las que nos gusta disfrazarnos

Si nos ponemos a pensar en disfraces seguramente nuestra mente imaginará una fiesta o un momento de diversión, pero rara vez nos ponemos acerca de este tema en profundidad. El día de hoy nos pareció interesante hablar acerca de la psicología que hay detrás del disfraz.

En muchos casos la elección de los disfraces se encuentra muy influenciada por la conducta popular y por las modas de cada momento y de cada lugar en el mundo. En ocasiones se relacionan con diferentes películas de cine o la serie de moda, también se pueden ver disfraces de políticos polémicos o de las más reconocidas celebridades.

Por qué disfrutamos con disfrazarnos

Periódicamente existen días festivos que se convierten en la ocasión o la posibilidad perfecta para lucir un disfraz y pasarlo bien. Los expertos en la materia consideran que disfrazarse es una manera que tienen las personas de desinhibirse de lo cotidiano, de liberar tensiones. Por este motivo, para casi todas las personas, es una experiencia grata, placentera.

Que guste disfrazarse depende, principalmente, de dos factores: los comportamientos que se han aprendido y los distintos valores culturales. Al disfrazarse se entrará en un juego de irrealidad que está permitido y en el que podemos llevar adelante una serie de comportamientos en el que no existe límites ni penalizaciones.

Por lo general se hace dentro de un contexto, por ejemplo, una fiesta, un cumpleaños, etc. Por eso el atuendo y el comportamiento desinhibido generan que se evite ser juzgado. Es un momento de juego y el resto de las personas participan de ese mismo juego. Pero no a todos les gusta jugar.

El rechazo a este tipo de juegos y a los disfraces es un comportamiento que también se aprende. Se relaciona con las experiencias anteriores y con la época del entorno.

Si una persona no forma parte del grupo o del contexto cultural u siente la necesidad de disfrazarse de forma compulsiva de debe tomar la conducta como una señal de alerta. Si se traspasan los límites se podrían convertir en algo que termina perjudicando la salud.

El problema es cuando se traslada el personaje o la fantasía a lo diario, buscando ser alguien que no se es, generando contradicciones en la autenticidad y en la esencia de la persona.

En muchos casos los disfraces son una herramienta para lograr la liberación de las conductas reprimidas. En la mayoría de los casos la mayoría de los disfraces son réplicas de los estereotipos y de roles de géneros que ya están establecidos, disfraces hipersexualizados para las mujeres y una segmentación en las profesiones.

En fiestas como los carnavales es bastante frecuente ver la rotura de los estereotipos y ver gente disfrazada del sexo opuesto. Esto es porque se pueden reproducir las conductas que se apetece y que, generalmente, son castigadas.

Si se entiende al disfraz como manera de liberación y de expresión de conducta reprimidas los disfraces serían una manera de explorar la propia sexualidad. En estos casos el disfraz serviría para romper con la monotonía, permitirse diferentes fantasías sexuales, generar complicidad e intimidad con la pareja, dejar de lado la vergüenza, el miedo y el pudor.

Resumiendo, disfrazarse aporta grandes beneficios, como mejorar el estado de bienestar emocional, permite liberar aristas de la personalidad que de otra manera estarán reprimidas, ya que permite conocerse más a sí mismo durante el proceso.

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