Fobofobia, una de las fobias más peculiares

Todos hemos escuchado alguna vez de alguna fobia.

Existen, por ejemplo, fobias que conocemos extensamente, tales como la claustrofobia, la cual se caracteriza por un temor infundado y desmedido a quedar confinado en lugares cerrados, fobias
pequeños, con poca ventilación o bien con poca luz. Existe también la acrofobia, miedo a las alturas e incluso la
aracnofobia, una de las fobias más comunes de entre todos los miedos o repulsiones. Ésta última es la fobia relacionada con animales más difundida. Nótese también que no se dice fobia a los insectos, ya que las arañas no son insectos; la fobia a los insectos, otra muy popular, se conoce como entomofobia.

 

Así como existen fobias muy populares, también existen otras que son extremadamente raras, algunas tan descabelladas como miedo o aversión a ciertos nombres, la cual recibe el nombre de onomatofobia. Sin embargo, por encima de la onomatofobia, se encuentra la fobofobia. Lo que caracteriza a esta peculiar fobia es que significa miedo a las fobias, por extraño que parezca. Lo que sucede es que tener una fobia puede ser algo sumamente incómodo y que incluso puede dificultarnos la vida de forma importante, tratando de evitar aquello que nos produce miedo. Los fobofóbicos lo saben y, por ello, lo único que les da miedo, irónicamente, es tener una fobia.

 

Los pacientes diagnosticados con fobofobia son un tanto difíciles de tratar con una terapia psicológica, principalmente porque el tratamiento consiste, habitualmente, en poner en contacto a quien padece cierta fobia a aquello que le está produciendo miedo, a fin de que se percate de que realmente no es tan grave, ni tan aterrorizador, ni tan amenazante como se piensa. Sin embargo, ¿cómo hacer esto con alguien que su temor es a tener un temor? Esto representa un verdadero problema.

 

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