Los tics son contracciones nerviosas involuntarias que pueden afectar a cualquier grupo de músculos voluntarios. Parece que son una manifestación de energía reprimida o, con más exactitud, la manera de descargar la tensión interna que ésta produce.
Los especialistas han clasificado diferentes tipos de tics nerviosos:
– Tics motores simples: son los más frecuentes. El parpadeo o guiño de los ojos, las sacudidas verticales u horizontales de la cabeza y el encogimiento de hombros son los más habituales. Otros afectan a brazos y piernas.
– Tics motores complejos: golpearse a sí mismo, saltar, pisotear… son bastante infrecuentes.
– Tics fónicos o vocales simples: aclararse la garganta, gruñir, sorber por la nariz, resoplar…
– Tics fónicos o vocales complejos: la ecolalia (repetir las palabras que dice otro), la alilalia (repetir sus propias palabras) o la coprolalia (emitir palabras obscenas), pueden indicar que se sufre el Síndrome de Tourette.
Quienes los padecen los pueden controlar si se concentran, aunque sólo se logran detener por tiempo limitado y, a veces, no da tiempo a dominarlos. La mayoría de los casos de tics nerviosos se resuelven espontáneamente, pero en algunos casos el tratamiento especializado puede ser necesario. La medicación ataja el síntoma, pero no elimina la causa. Los métodos de autocontrol resultan muy útiles para los tics y el síndrome de Tourette. Una de las terapias más importantes lo constituye el «Procedimiento de inversión del hábito», que en un periodo que oscila entre dos y cuatro meses reduce los tics en el 90% de los casos.
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